martes, 28 de enero de 2014

Una joyita

Publicado en Diario de Mallorca el 28/1/14

 
ERNEST Y CELESTINE

Nacionalidad: Francia, Bélgica, 80 min. Director: Stephane Aubier, Vincent Patar, Benjamin Renner
Actores: (animación)

Ernest y Celestine adapta una serie de cuentos infantiles de Gabrielle Vincent, con guión del escritor (bastante reconocido en su país) Daniel Pennac. Narra la historia de una extraña, improbable pareja, un oso y una rata. Los dos viven en sus respectivos feudos, una localidad rural el primero, la infraciudad de las alcantarillas la segunda. Dos comunidades con todos los tics de la burguesía humana: aparente tranquilidad a cambio de determinismo y rígidas normas sociales. Los protagonistas son versos sueltos en esos supuestos remansos de paz. Él es un músico ambulante perezoso, superviviente; ella una jovenzuela con vocación de pintora en una sociedad que sólo forma futuros dentistas. Su fortuito encuentro provoca, a su pesar, una revolución en ambos microcosmos.

Es, innegablemente, un cuento infantil. Bebe de los más clásicos, Anderson, Grimm; a los que añade capas adultas, la fuga a lo Bonnie & Clyde y gags con ecos de Chaplin, Keaton, Etaix o hasta La Pantera Rosa. Hay una moraleja, como en los buenos cuentos, que por bien tratada no es moralina: un canto a la tolerancia, al respeto al forastero, al desprecio de los prejuicios. Y el tratamiento visual es exquisito. Para desmarcarse del abuso actual de la informática y el 3D, recurre a la milenaria técnica de la acuarela. Los rostros de los personajes se han mejorado respecto a la obra gráfica, algún primer plano recuerda a Miyazaki y se suelta aún más, puntualmente, con las escenas oníricas de ambos. El resultado es esa rarísima mezcla de simplicidad, naturalidad, autenticidad, sensibilidad,  modestia y encanto. O sea, talento libre de egos. Irresistible.

lunes, 27 de enero de 2014

Malquerida

Publicado en Diario de Mallorca el 27/1/14

 

¿QUÉ HACEMOS CON MAISIE?

Nacionalidad: Estados Unidos, 98 min. Director: Scott McGhee, David Siegel. Actores: Onata Aprile, Julianne Moore, Steve Coogan, Alexander Skaarsgard

Adaptación de una obra de Henry James, ¿Qué hacemos con Maisie? trata un tema que, un siglo después mantiene una gran vigencia: el de los hijos in o poco deseados. Las familias humildes los malcrían y liberan en cuanto pueden. Las familias acomodadas, como la de esta obra, tienen más recursos y, en su pérfido reverso, armas (canguros y abogados). En su versión del siglo XXI los protagonistas son una famosa cantante de rock (Moore), un marchante de arte (Coogan) y su hija de seis años (Aprile). Ninguno de los adultos la quiere, ella por mal carácter y precario instinto materno, él por adicción al trabajo. Pero el egoísmo de ambos les impide ceder el vástago al otro. Entran en escena las nuevas parejas de ambos (Skaarsgard, Vanderham) que asumen la agridulce tarea de canguros y pararrayos del rencor de los padres biológicos.

El acierto de la obra, y la película, es que muestran todo desde (casi) la óptica de la niña. Se evita el drama extremo, insoportable, con una puesta en escena primorosa, un tono muy delicado y un acertado reparto, sobre todo el de los padres y la niña. Peca a la vez de exceso de blandura con la extrema apostura de los amantes, la acaramelada banda sonora y la resolución final. El balance aún así es positivo: Mantiene de la obra original un nada complaciente retrato de las clases acomodadas, recuerda que los niños no son un juguete ni una pelota de pimpón, y las interpretaciones (Julianne Moore y la niña) son excelentes. La trama de la pareja joven es una cuestionable concesión al público mayoritario.

jueves, 23 de enero de 2014

La delgada línea

Publicado en Diario de Mallorca el 21/1/14

 
OSLO, 31 DE AGOSTO

Nacionalidad: Noruega, 95 min. Director: Joachim Trier. Actores: Anders Danielsen Lie, Hans Olav Brenner, Ingrid Olava

Primo de Lars von Trier, Joachim Trier actualiza El fuego fatuo de Louis Malle (1963), adaptación a su vez de la novela (1931) de Pierre Drieu de La Rochelle. En esencia se mantiene el fondo del relato: Un hombre de rondando la treintena sufre una profunda crisis existencial. Ha casi finalizado un proceso de rehabilitación (alcohol en las dos primeras obras, drogas duras en ésta). Le falta un último paso, ir a una entrevista de trabajo y rehacer, no se lo ponen difícil, su vida personal y familiar. Debe terminar de cruzar la línea. Un último y pequeño esfuerzo. Fácil para una gran mayoría de personas.

La aportación de Trier es doble. A nivel formal recurre al neo Dogma (o sea, sin la obligación de cumplir a rajatabla el decálogo). Sigue al protagonista (Danielsen) durante veinticuatro horas con frugales medios técnicos, localizaciones reales, ausencia de iluminación artificial, fotografía discreta pero no sosa y uso, sin abuso, de la cámara en mano. Sólo se permite insertar algunos recuerdos, flashes, que pasan por la mente del  personaje. A nivel argumental y de reparto acierta al seleccionar a un chico/hombre muy corriente. De clase media cultivada (escribe, toca el piano), agraciado físicamente, seductor discreto, calmado. Esa calma del personaje se traslada a la realización, y eso es lo que impacta más. Poco a poco vemos que su autoestima, en lo más profundo, sigue bajo mínimos. Es una persona que se hace querer, que escucha, que es capaz de pedir ayuda. Pero su inconsciente le dice que no es nadie, le impide dar el último paso. O no en la dirección esperada.

lunes, 20 de enero de 2014

Piquito de oro

Publicado en Diario de Mallorca el 20/1/13


EL LOBO DE WALL STREET
Nacionalidad: Estados Unidos, 180 min. Director: Martin Scorsese. Actores: Leonardo DiCaprio, Jonah Hill, Kyle Chandler, Jean Dujardin

En una de las primeras secuencias de la película un veterano broker (McConaughey) explica al novato (DiCaprio) el funcionamiento de la Bolsa: “-El juego consiste en mover el dinero del bolsillo de tu cliente a tu bolsillo. -Ya, pero si él gana algo, mejor. -¡No! Si él obtiene beneficios hay que reinvertirlos para seguir obteniendo comisiones. La noria nunca debe parar”. Grandes economistas llevan décadas definiendo eso como economía de casino, y no se ha corregido (vease la cotización actual del Ibex 35). Jordan Belfort fue uno más de los que se subieron a la cresta de la ola en los felices 80. Pero pecó de desmesura y además era un parvenú, un don nadie. Por eso acabó en las garras del FBI. Su vida fue tan excesiva que ha sido un acierto tratarla con el filtro cómico. Sin embargo, Martin Scorsese ha terminado sucumbiendo a su piquito de oro. A medida que avanza el filme se torna indulgente con un personaje que no merece la más mínima admiración ni pena. Se da por buena la visión que Belfort ofrece de sí mismo, aunque cuesta creer que el dopaje y las orgías fueran tan frecuentes e intensos como se describen. Así, la película deriva en sainete y acaba como farsa.

Como comedia, El lobo de Wall Street está muy lograda. Hay varias secuencias antológicas (el citado almuerzo, la sala de billar). El ritmo, la banda sonora, las actuaciones (DiCaprio excelso) confirman la excelente salud del cineasta. Como crítica de los excesos del capitalismo es, salvo en su inicio, fallida. Muy inferior a Wall Street, Margin call, Inside Job o incluso Blue Jasmine.

domingo, 19 de enero de 2014

El viejo mono cuelga su insignia

Publicado en Diario de Mallorca el 15/1/14

 
THE GRANDMASTER

Nacionalidad: Hong Kong, China,126 min. Director: Wong Kar Wai. Actores: Tony Leung, Ziyi Zang, Chen Chang

Diez años ha tardado Wong Kar Wai, por puro perfeccionismo, en sacar adelante esta película, incluyendo un año en editarla. Idéntico tiempo ha pasado Tony Leung, el actor fetiche del cineasta, practicando artes marciales. Con esas premisas se podía esperar una obra a la altura de Lo importante es amar o 2046. No alcanza su magistralidad. O quizás sí en la versión completa (cuatro horas frente a las dos de esta).

Lo que se puede ver es una enmarañada biografía de Wilson Yip (“Ip man”) famoso por haber sido mentor de Bruce Lee. Cuesta seguir la historia, con saltos adelante y hacia atrás, y porque exige una mínima formación previa en artes marciales. Hay continuas referencias a modalidades, estilos y movimientos (las 64 manos o el que da título a esta crónica). Sí se aprecia en esta versión capada es que Wong Kar Wai en su labor más específica (dirección de actores, ambientación, fotografía, ritmo, selección e imbricación de la banda sonora) mantiene la plenitud de su talento. Cada plano, cada fotograma de la película merece ser enmarcado. En las secuencias marciales logra imponer un sello propio sin la ramplonería de otros filmes o series televisivas y sin copiar trucos recientes (Matrix, Kill Bill). Con escenarios selectos (callejón nocturno bajo lluvia torrencial, hueco de la escalera de una lujosa casa de citas, estación ferroviaria nevada), montajes frenéticos y preferencia por primerísimos planos de ojos, manos y pies. Por su parte, Tony Leung y Ziyi Zang transmiten belleza, serenidad y firmeza. Y la banda sonora combina temas locales con clásicos (Bellini) y un guiño al género con Ennio Morricone. Confusa, y subyugante, película.

lunes, 13 de enero de 2014

En medio de ninguna parte

Publicado en Diario de Mallorca el 12/1/14
 
AGOSTO

Nacionalidad: Estados Unidos, 130 min. Director: John Wells. Actores: Meryl Streep, Julia Roberts, Chris Cooper, Ewan McGregor

El título original (August: Osage county) incluye una referencia cronológica, la agobiante canícula estival; y otra geográfica, un condado del Medio Oeste norteamericano sin ningún atractivo, en medio de ninguna parte. Esas circunstancias influyen como agravantes en el comportamiento de los personajes. La película adapta una exitosa obra de teatro de Tracy Letts, premiada incluso con un Pulitzer. Es un drama intenso, en la línea de ¿Quien teme a Virginia Woolf? de Mike Nichols o Un dios salvaje de Reza/Polanski. Narra la implosión de una familia tras la desaparición del cabeza de familia (Shepard), y el omnipotente poder de su mujer (Streep). Enferma, adicta a los barbitúricos y manipuladora en grado sumo. Hay un exceso de pasiones y neurosis, con momentos hilarantes (la cena), líneas brillantes (“si pudiera saber el futuro no me levantaría de la cama”) y prescindibles toques de culebrón. El exceso de personajes ameniza, ya que todos tienen sus minutos de gloria, pero resta simplicidad, y por tanto impacto, al drama.

Ello se compensa con una buena puesta en escena, una excelente banda sonora (Gustavo Santaolalla más temas de Eric Clapton, Kings of Leon o Mateo Messina) y un reparto galáctico: Meryl Streep ha hecho películas blandas aunque jamás una actuación floja. Aquí sobreactúa en momentos puntuales pero en conjunto vuelve a bordarlo. Igual que, con registros diferentes, Julia Roberts, Chris Cooper, Margo Martindale o Benedict Cumberbach. Sorprende la serena belleza de Julianne Nicholson; algo más limitados Ewan McGregor, Dermot Mulroney, Juliette Lewis o Abigail Breston. Agosto es por tanto una película de y para lucimiento de sus estrellas. Sólo por eso merece su visionado.

jueves, 9 de enero de 2014

Todos queremos ser héroes

Publicado en el suplemento Bellver de Diario de Mallorca el 9/1/14


QUINIELA OSCARS 2014

1.Como cada año por estas fechas, la carrera hacia los Oscars entra en la fase clave. Utilizando una metáfora atlética, serían trescientos metros en la carrera de cuatrocientos. El momento en el que algunos comienzan a desfallecer y el resto de aspirantes se miran de reojo y repasan sus estrategias ante el ataque final. Los jurados oficiosos que utilizo para esta crónica son los premios de la asociación de críticos de Washington, la de Los Ángeles y las nominaciones a los Globos de Oro.

2.Sumadas las citadas nominaciones a las buenas (o menos) críticas de otras latitudes y al revuelo mediático de los últimos meses, se aprecian dos películas destacadas: Doce años de esclavitud y Gravity. La segunda tiene un planteamiento muy simple muy bien contada. Pero su debilidad es eso mismo, es una historia de supervivencia/superación de trascendencia limitada.

3. La película de Steve McQueen (el realizador afrobritánico) puede aprovechar, además de ser excelente, el momento y el contexto: el fallecimiento de Mandela, la titánica lucha (con desvanecimientos incluidos) de Obama contra el Tea Party, o los brotes de racismo en muchos puntos del planeta. Un analista (Peter M. Smith/slate.com) apunta una hipótesis adicional, citando a Kubrick y Spielberg: al parecer, el americano invitó al inglés a un pase previo de La lista de Schindler y le pidió su opinión. Si la cita es cierta, el ahora difunto le respondió algo así como: “Me ha gustado pero no es una película sobre el Holocausto, es una película sobre el éxito de un hombre. En el Holocausto murieron 6 millones de personas; en tu película se salvan 600.” Con Doce años de esclavitud ocurre algo parecido: hubo algunos hombres de raza oscura que se libraron de la desgracia y millones que no corrieron la misma suerte. Compartir las venturas de esos afortunados supone para los espectadores un doble efecto. a) Un alivio equivalente a expiarse en un confesionario, un lavado de (mayor o menor) mala conciencia; y b) un efecto placebo, hacernos creer que todos podemos ser héroes en una situación extrema.

 4. Aunque Gravity y Doce años... van en cabeza en este momento, al resto de aspirantes no se les puede descartar todavía. Alexander Payne pinchó (injustamente) con Los descendientes pero vuelve con otra película excelente, Nebraska. Her es una destacada comedia del director Spike Jonze, con Joaquin Phoenix magistral una vez más. Mandela, aunque es un biopic un tanto plano, cuenta con el don de la oportunidad y con otro actor potentísimo (Idris Elba, The Wire). Sin embargo es improbable que Elba o Phoenix desbanquen a Chiwetel Ejiofor. Los Coen sí parecen descartados. Entre las féminas se husmea una durísima pugna entre Cate Blanchett (Blue Jasmine), Judy Dench (Philomena), Sandra Bullock (Gravity) y Emma Thmpson (Al encuentro de Mr. Banks).

Otro buen samaritano

Publicado en Diario de Mallorca el 8/1/14
 
EN SOLITARIO

Nacionalidad: Francia, 97 min. Director: Christophe Offenstein. Actores: François Cluzet, Guillaume Canet, Sammy Seguir

El mar ha sido siempre un escenario poco frecuentado por los cineastas, por su limitación de espacios, el movimiento y la variabilidad meteorológica. Con el deporte ocurre algo similar. Vive del absoluto presente; todos hemos visto media docena mínimo de veces Casablanca pero muy pocos han visto dos veces la final de Sudáfrica. En solitario está ambientada en la Vendée Globe, regata de marinos solitarios dando la vuelta al mundo sin escalas, al ritmo (no es broma) de Phileas Fogg.

La historia se ve forzada, como las road movies, a inventarse excusas para paradas o aparición de personajes secundarios. Recurre a lo más básico: Un marino gruñón y competitivo se topa, tras una miniparada por avería, con un joven polizón a bordo. No logra devolverlo a tierra rápido, poco a poco se va ablandando su corazoncito y lo mantiene a bordo. Hasta ahí el planteamiento no es malo del todo. Pero los personajes no acaban de dar juego. El francés es muy seco, hosco; y el africano demasiado apocado. Apenas hablan en el filme, limitando su sintonía con el espectador. En paralelo hay una trama familiar (mediante los avanzados sistemas de comunicación) que también es muy, muy plana. Las actuaciones son correctas. Y la banda sonora es igual de poco innovadora, con temas archiutilizados en otras películas como The greatest de Cat Power o Knockin' on heaven's door de Bob Dylan. Gravity, con una historia igual o más sencilla aún, atrapa al espectador. En solitario queda para los aficionados náuticos, por los atractivos planos de la navegación con vientos alegres o detalles de la sofisticada embarcación.

martes, 7 de enero de 2014

Sólo es música

Publicado en Diario de Mallorca el 6/1/14

A PROPÓSITO DE LLEWYN DAVIS

Nacionalidad: Estados Unidos, 105 min. Director: Joel y Ethan Coen. Actores: Oscar Isaac, Carey Mulligan, John Goodman, John Goodman, Justin Timberlake

Casi al final del filme, el protagonista finaliza su actuación en un garito del Greenwich Village neoyorkino y da paso a otro jovenzuelo al que se ve de lejos y perfil. Melena rizada y frondosa, nariz aguileña, voz muy nasal. Estamos en 1961. Vagamente inspirada en las memorias del músico Dave van Ronk, A propósito de Llewyn Davis narra una semana en la vida de un cantante folk que intenta abrirse paso. Deambula por pisos de amigos y conocidos, malvive con exiguas recaudaciones, se lleva regular con su familia y viaja a Chicago a la desesperada en busca de una oportunidad. Es una historia sencilla, de vuelo engañosamente bajo. No es ni dramática ni cómica, aunque tiene momentos (el felino escurridizo, los combates verbales con John Goodman) muy divertidos.

Como Blue Jasmine, de Woody Allen, A propósito de Llewyn Davies no es magistral. Ni pretende serlo. La falta de chispa no implica que deban ser desdeñadas. Comparten una reflexión sobre la obsesión de la sociedad anglosajona por el éxito. Proponen, sostienen, que no triunfar o no ser rico no implica automáticamente un fiasco. Llewyn Davies intenta seguir su vocación. No lo consigue y pasa página. ¿Es eso un fracaso? La aparición de Bob Dylan es más que un guiño y provoca una reflexión: ¿Hubiera corrido la misma suerte con circunstancias algo más adversas, o estaba ya tocado por una varita mágica? Esto es lo que nos cuentan los hermanos Coen. Un dilema, vocación o supervivencia, al que se enfrentan desde hace décadas miles de personas en todo el mundo: músicos, escritores, escultores, actores, pintores...