domingo, 30 de junio de 2013

La próxima década, a la misma hora

Publicado en Diario de Mallorca el 30/6/13

ANTES DEL ANOCHECER

Nacionalidad: Reino Unido, 99 min.  Director: Richard Linklater. Actores: Julie Delpy, Ethan Hawke, Ariane Lebed

Rebobinemos. 1995 (Antes del amanecer), Viena. Una pareja de veinteañeros (él americano, ella francesa) se conocen viajando en tren, pasean por el Prater y, sin llegar a consumar, la conexión de neuronas y feromonas es total. 2004 (Antes del atardecer), París. Él es escritor, ella acude a la presentación de su libro, pasean por las orillas del Sena y se cuentan sus vivires y desvivires durante el largo intermedio. Al final, él pierde el avión a Estados Unidos...

El trío formado por Richard Linklater (director y guionista), Ethan Hawke y Julie Delpy (ambos actores y coguionistas), prosigue su antropológico seguimiento de la pareja. En Antes del anochecer acaban de cumplir los cuarenta y viven juntos, han tenido una pareja de gemelas y pasan sus vacaciones en una idílica isla griega. Circulan en coche, comen con unos amigos y acuden a un hotel. Nada más. El resto vuelven a ser larguísimos diálogos en los que se mantiene la química y aflora el desgaste de la convivencia. Todo muy real, muy creíble, muy cercano. Ambos tienen el punto justo de parecer muy corrientes y al mismo tiempo tener una cultura y una vida interior bastante atractivas. Sin embargo, comienzan a apreciarse costuras. Hay momentos mágicos (la sobremesa en el agroturismo, el paseo por las ruinas) y otros algo impostados (la discusión en el hotel). Las neurosis de ella parece forzada; la personalidad de él, difusa. Junto con los parajes de postalita y los lamentos del piano comienza a germinar la sensación de que, o se les da un meneo, o no llegaremos a verles con bastón y canas. Aún así, se disfruta el tercer reencuentro.

miércoles, 26 de junio de 2013

Pintura y revolución

Publicado en Diario de Mallorca el 26/6/13

DESPUES DE MAYO

Nacionalidad: Francia, 122 min. Director: Oliver Assayas. Actores: Clément Metayer, Lola Créton, Felix Armand

Tras el magistral (en su versión larga) retrato del terrorista Carlos, el cineasta Olivier Assayas recoge las alas y desciende a ras de suelo para hurgar en los rescoldos del mayo francés. Evita el momento álgido, con Sartre o Dani el Rojo arengando a las masas y detiene el cronómetro tres años después, en verano de 1971, sobre unos estudiantes. Han formado un grupúsculo de ultraizquierda, huyen del proselitismo comunista, cuestionan a Mao y su ideología es una difusa mezcla de trotskismo y anarquismo. Assayas nos muestra, sin paternalismo ni dogmatismo, que son ante todo jóvenes. Y burgueses. Se mueven entre los impulsos de experimentar y luchar, y el de ser amados y asentar su futuro. Gilles, el protagonista, hace pinitos de pintor pero su padre le incita a trabajar en su productora de cine. Su mejor amigo se enamora de una americana y se zambulle en el orientalismo. Su ex novia cae en las drogas y la autodestrucción.

Todo eso se narra con una sencillez y naturalidad extremas: Actores desconocidos, imberbes como sus personajes; recreación impecable de los ambientes de esa época (sólo abusa un poco, en la fotografía, de las tomas con grúa); y banda sonora exquisita, Booker T, Kevin Ayers, Tangerine Dream, Nick Drake, Soft Machine, Captain Beefheart... Sólo peca Assayas, ya se apreció en Carlos, de perder fuelle en el tramo final. No se vislumbra un desenlace en alto y el spleen de los protagonistas acaba contagiándose al espectador. El balance a pesar de ello es positivo. Después de mayo viene a ser un Cuéntame sin pringosa patina costumbrista y con triple dosis de sinceridad.

Entre dos pueblos

Publicado en Diario de Mallorca el 24/6/13
EL HOMBRE DE ACERO

Nacionalidad: Estados Unidos, 143 min. Director: Zack Snyder. Actores: Henry Cavill, Amy Adams, Michael Shannon, Rusell Crowe, Diane Lane

Tras remozar y ensalzar a Batman con una poderosa trilogía, Christopher Nolan da un paso atrás con El hombre de acero. Engañoso, ya que es productor y coguionista, junto con David Goyer, su guionista de confianza. Sin restar mérito a Zack Snyder (300, Watchmen), se confirma que es un asistente de lujo. Nolan, como Baz Luhrmann, se empeña en imponer su estilo, soslayando las señas de identidad de las obras que adapta. Las de Superman eran la simplicidad, el candor y un leve humor. Todo eso se pierde en El hombre de acero. 

Nolan se emplea a fondo en recrear el pasado del personaje, trocando ingenuidad por introspección. Reconstruye Kripton como un planeta en descomposición por luchas intestinas que busca la salvación en otra galaxia. Ahí plantea bien el dilema (tratado magistralmente en la novela El juego de Ender) de si esa salvación implica exterminar a la población del nuevo planeta (postura del general Zod) o si se deben respetar sus derechos (postura del protagonista y su padre). Como envoltorio, hablamos de un superhéroe, se añade una hora larga de incendios, explosiones, tornados, vehículos pesados volando, persecuciones por tierra, mar y aire, y mamporros en los que los contendientes atraviesan edificios enteros. Se agradece una mayor y destacada presencia de roles femeninos (Amy Adams, Diane Lane, Antje Traue). Y, dando por sentado que los efectos especiales y animaciones computerizadas iban a ser excelsas, hay gratas sorpresas en el reparto. Cavill deslumbra por su físico pero se muestra algo inexpresivo; A Amy Adams, siendo una excelente actriz, le falta un punto de sensualidad. Crowe, Lane, Kostner y Fishbourne echan todas sus tablas en el asador. Michael Shannon (Take shelter, Boardwalk empire) está soberbio. 

miércoles, 19 de junio de 2013

Desamor y letras

Publicado en Diario de Mallorca el 19/6/13

UN INVIERNO EN LA PLAYA

Nacionalidad: Estados Unidos, 97 min. Director: Josh Boone. Actores: Greg McKinnear, Jennifer Connely, Lilly Collins, Natt Wolff

Escritor en crisis, divorciado y con agudo síndrome del papel en blanco, intenta, como mal menor, impulsar la carrera literaria de su pareja de adolescentes. El título original de Un invierno en la playa es, traducido literalmente, atascado en el amor. La versión castellana es incorrecta, ya que la acción transcurre a lo largo de todo un año, iniciando y finalizando con la fiesta de Acción de Gracias. Y en ese año, entre pavos al horno y pavadas mentales, los protagonistas intentan asentar sus relaciones emocionales. 

Al argumento le falta originalidad, cierto. Pero buenos dramaturgos saben compensar eso trabajando, afinando mucho los personajes (agitándolos, en expresión de Michael Connelly) y el humor. Aquí sin embargo hay un recurso constante a los estereotipos. Todos se mueven por extremos, las tres mujeres entre hombres muy duros o muy blandos, o el escritor es incapaz de escribir y de amar. La politoxicomanía de la menor de edad está insuficientemente sembrada, la mala relación entre la hija mayor y la madre, muy forzada. El final feliz en todas las tramas (con unas fugaces lagrimitas) son elementos irreales adicionales. La puesta en escena, en una atractiva localidad de la costa este americana, y la banda sonora, con recurso al pop indie más melancólico (Elliott Smith, Wallpaper airplanes) anclan a la película, por si no bastara lo anterior, en el género de comedia romántica más amable y previsible. Sólo destaca, mucho, la actuación de Greg Kinnear, el único que aporta vida y matices a su personaje. Y se agradece, como en la reciente Amor y letras, la apología de la lectura y la literatura. 

domingo, 16 de junio de 2013

En busca del Goya perdido

Publicado en Diario de Mallorca el 16/6/13

TRANCE

Nacionalidad: Reino Unido, 101 min. Director: Danny Boyle. Actores: James McAvoy, Rosario Dawson, Vincent Cassel, Danny Sapani

Durante una subasta de arte de alto copete, un Goya desaparece y un joven empleado de la firma (McAvoy) sufre amnesia tras ser golpeado por un ladrón (Cassel). Para localizar el lienzo, el chico recurre a una hipnotizadora (Dawson). Esta es la versión más sucinta y menos desveladora del argumento. Su desarrollo es mucho más complejo. Muchísimo. Con el mcguffin del cuadro volatilizado como señuelo constante, los protagonistas se lanzan a una espiral de amistades, traiciones y recuerdos provocados o reprimidos por sesiones de psicoterapia y mentalismo. Lo que arranca como un homenaje a Hithcock (Recuerda) o una variante de Memento, quiebra a media película hacia terreno de K. Dick y discípulos (Origen) e incluso de Cronenberg. Suma que acaba saturando. Si nos fijamos en buenos ejemplos equivalentes (Con la muerte en los talones, Matrix) vemos que tramas muy complejas se compensan con personajes bastante diáfanos, sin pasados y motivaciones ocultas y reviradas. O viceversa en multitud de thrillers psicológicos. Tal como está desarrollada, Trance es como dos montañas rusas entrelazadas. Aunque atrapa, es mucho más difícil de seguir que, verbigracia, Origen. Y tanta complejidad sólo deja dos opciones. Olvidarse de la verosimilitud y perseguir, como un minino frente a una pared, el puntero laser de los creadores. O detenerse y preguntarse ¿hay alguien, hay algo, ahí?
La sensación final que deja Trance es equivalente a los antiguos automatones: un mecanismo tan original y elaborado como carente de alma. Se salva el filme, en parte, por la naturalidad de Rosario Dawson, la percha de Vincent Cassel y el fino oficio (en la fotografía y elección de banda sonora) de Danny Boyle. 

sábado, 15 de junio de 2013

¡Vuelve pa' Mallorca, Michael!

Publicado en el suplemento Bellver de Diario de Mallorca el 13/6/13

PASEO DE RONDA

1.Parafraseando el tema de Ketama y Toumani Diabaté, uno se alegra de que Michael Douglas haya recuperado la salud y el instinto ante los focos, artísticos y mediáticos. La asociación de su afección laríngea con una milenaria técnica amorosa sonaron a fugaz rapto de sinceridad. Su inmediato desmentido fue el equivalente a pasar por caja de los jugadores de azar tras un afortunado envite. El instinto artístico lo confirmó una semana antes al estrenar en Cannes, Behind the Candelabra, de Steven Soderbergh, encarnando a un descocado homosexual estadounidense de hace unas décadas. Todo ello justo cuando se ha legalizado el matrimonio gay en Francia y se han dado los primeros pasos en Reino Unido. En la cresta de la ola, ¿por qué no le invitamos a que renueve su idilio con nuestra aún atractiva isla? Incluso pagándole...

2. Hablando de, en el pasado Festival de Cannes obtuvo el máximo galardón otra película sobre homosexualidad, La historia de Adele de Abdellatif Kechiche. Tres largas y emotivas horas para narrar la pasión de dos mujeres a lo largo de varias décadas. El jurado presidido por Steven Spielberg dio la talla eligiendo lo mejor y más solido sin dejarse tentar por exotismos diletantes (como la críptica Tio Bonmee... de hace unos años). Otros premios destacados fueron al mejicano Amat Escalante por Heli, el japonés Hirokazu Kode-eda por un título traducible como “De tal palo, tal astilla”. La actriz Berenice Bejo, tras derretirnos con su sonrisa en The artist, ganó el premio a ídem por El pasado. Pisa los talones a Audrey Tatou como la intérprete más deseada y cotizada en su país. Buen sabor de boca dejaron el Candelabra de Soderbergh y el Llewyn Davis (trasunto de un imberbe Bob Dylan) de los Coen. Regular Alexander Payne (Los descendientes) con Nebraska. Vomitivo Nicolas Winding Refn (Drive) con su ultraviolenta Only god forgives.
3. Si Johnnny Weismuller ha quedado para siempre como el único e incontestado Tarzán, Esther Williams, colega (y quizás algo más) en sus primeros escarceos cinematográficos es y será la encarnación eterna de una sirena. Su reciente fallecimiento reflota las luces y sombras de su profesión: carrera brillante, vida turbulenta (cuatro matrimonios, rumores de escarceos con las drogas, de pasión sexual desbordada -en los hombres sigue siendo un atributo, en las mujeres un estigma-), fallido intento de lanzar su carrera lejos de las piscinas... Confirmación -dvds y Youtube mediante- de que era tan humana fuera del agua como celestial dentro de ella.





Por un puñado de guaranís

Publicado en Diario de Mallorca el 12/6/13

7 CAJAS

Nacionalidad: Paraguay, 100 min. Director: Juan Carlos Maneglia, Tania Shembori. Actores: Celso Franco, Lali González, Nico García, Paletita

Año 2005. Víctor (Celso Franco) es uno de tantos jóvenes de la calle que malvive como carretillero en uno populoso mercado de la capital de Paraguay. Se encapricha con tener un móvil de última generación (de entonces) con videocámara. El problema es que cuesta, de segunda mano, unos astronómicos 60.000 guaranís, equivalentes a cien dólares. Cuando unos carniceros le ofrecen ese monto por llevar siete cajas a un sitio seguro, se le abre el cielo.

7 cajas, nominada al Oscar el año pasado, salta de drama callejero a thriller y comedia de acción macabra. El guión recuerda, en momentos puntuales, a Sangre fácil, The warriors, Jo que noche o Los olvidados, aunque queda muy lejos de esos (magnos) referentes, y no sólo por la escasez de presupuesto. La pareja de directores destaca sobre todo en el guión, la historia se va ramificando de forma gradual, incrementando el suspense con inteligencia y gracia. El retrato que hace de la situación social (inseguridad ciudadana, leve corrupción policial) es correcto, no cae en la tentación de moralinas o buscar compasión. También es atractivo, por real, la jerga que se habla, mezcla constante de castellano y guaraní. Y la mayoría de personajes dan juego, el protagonista inmaduro, su amiga con carácter, el poli bonachón, los carniceros ingenuos. Sin embargo cae en el maniqueísmo (los carretilleros rivales) y tics de telecomedia (el gafotas). La realización abusa en varios momentos de microcámaras tipo GoPro.  Y la banda sonora es sobrecargada y redundante. En conjunto la película deja buen sabor de boca, una decente y entretenida ventana a la filmografía, la vida, de un país recóndito. 

martes, 11 de junio de 2013

Paseando por los verdes prados de Inglaterra

Publicado en Diario de Mallorca el 10/6/13

TURISTAS (SIGHTSEERS)

Nacionalidad: Reino Unido, 88 min. Director: Ben Wheatley. Actores: Alice Lowe, Kenneth Hadley, Steve Oram, Eileen Davies

Una pareja de treintañeros recién emparejados se van de vacaciones en una autocaravana por el centro de su país, y dejan atrás a la madre de ella, desconsolada por el fallecimiento, meses ha, de su mascota. Lo que arranca como una sencilla road movie, similar a The trip o Entre copas se transforma bajo la batuta del director Bean Wheatley en una historia de asesinos en fuga (los referentes máximos siguen siendo Bonnie & Clyde y Badlands) con un fuerte componente de humor negro, mezcla de Monty Python y el gore cómico de los primeros filmes de Peter Jackson (Bad taste y Braindead).

El cóctel tan extraño de Turistas exige una mente muy abierta, para asimilar que es una sátira pura. El bajo presupuesto es evidente (esencia del cine independiente) y refuerza esa sátira. Para amplificarla se fuerzan los contrastes: Los protagonistas son raritos y al mismo tiempo muy normales, presuntos inocentes a ojos vista de cualquiera. Su lado salvaje, sus frustraciones, su sicopatía, su reprimida fogosidad sexual, surgen gradualmente en un entorno bucólico y sin que apenas pierdan la sonrisa. La madre, al inicio y al final, es otro acierto, tan frágil físicamente como manipuladora de carácter. Los perros (fino humor en la escena de créditos iniciales, hilarante el deceso del primer chucho) añaden otro elemento clásico del género. Y hay una burla global, aunque demasiado taimada, de la pequeña burguesía, representada por los turistas de camping y atracciones como un Museo del lápiz. Resumido: modesta producción, bellos paisajes, voluntariosas actuaciones, guión muy original (premio en el Festival de Sitges) y un humor negro, muy negro, aunque sin casquería. 

sábado, 8 de junio de 2013

Adocenados pero vivos y creativos

Publicado en el suplemento Bellver de Diario de Mallorca el 6/6/13

CINE CHINO RECIENTE

Tras el odio visceral, desalmado, desquiciado de Mao Zedong hacia la cultura, la apertura económica promovida por Deng Xiaoping desde los años 80 permitió un leve renacimiento de la cultura y por ende, del cine. Los nuevos dirigentes (culturales) se enfrentaron a un dilema similar al de la manta de longitud insuficiente: si mantenían una férrea censura, Occidente les acusaría de continuísmo con Mao; si abrían demasiado la mano, permitirían un resurgir de la disidencia. Eligieron una tímida y prudente apertura, con algunos nombres destacados.

Yimou Zhang pisó fuerte con el estreno de Sorgo rojo (1987), un espeluznante y emotivo melodrama rural con oda a la resistencia frente a los japoneses en la Segunda Guerra Mundial. Ganó el Oso de Oro en el Festival de Berlín del año siguiente y pusó a el nombre de su director en el olimpo del cine asiático. Le siguieron Semilla de crisantemo (1990) que ganó el premio al mejor director en el Festival de Cannes; y La linterna roja (1991). En ambas, grandes, obras  hurgó en las injusticias de las gobernanzas feudales, sobre todo hacia las mujeres. Tras ese arranque tan espectacular Zhang cedió a los cantos de sirena del establishment cultural de su país, dirigiendo obras mucho más comerciales como Héroe, La casa de las dagas voladoras o La maldición de la flor dorada, tan entretenidas como huecas. En la olimpiada de Beijing ocupó un destacado cargo en el comité organizador que le acarreó no pocos reproches de disidentes y críticos políticos. El año pasado se congració parcialmente con los críticos cinematográficos con Amor bajo el espino blanco, ambientada en la época de la represión cultural de Mao.

Otro director destacado es Kaige Chen. Adiós a mi concubina (1991) fue una película de gran impacto, narrando una compleja historia de amistad, amor y represión en las bambalinas de la Ópera de Pekín. Le siguió otro impactante filme, El emperador y el asesino (1998) ambientado en la época preimperial. Y en 2002 estrenó Together (Juntos) que retrata, sin afilar mucho el cincel, los desequilibrios y los roces de la industrialización acelerada.

A partir de los 90, a la sombra de los citados directores se desarrolló un movimiento similar al neorrealismo de la posguerra mundial, liderado por cineastas como Wang Xiaoshuai (La bicicleta de Pekin), o Jia Zhangke (El mundo), centrado en mostrar la deshumanización del neocapitalismo.

Hace un par de años se estrenó Ciudad de vida y muerte, de Chuan Li. Con un pulso inusitadamente firme cuenta el asedio y brutal sometimiento de la ciudad china de Nanjing en 1937 por parte de los japoneses, que no se privaron de aniquilar a los hombres y prostituir a la fuerza a un altísimo porcentaje de las mujeres. Siendo una gran película, supuso otra hábil jugada de los dirigentes comunistas, ganándose el aplauso de sus ciudadanos al reverdecer un viejo conflicto territorial.

Un tímido intento de apertura fue la participación como coproductores en El tigre y el dragón (1999), del taiwanés Ang Lee, pero el experimento apenas se ha repetido. La disidencia, como se intuye, está amordazada. El laureado artista plástico Ai Wewei intentó vender en su documental Ai Wewei never sorry su lucha davidiana contra el Goliat de la dictadura, pero le perdió su afan de autopublicitarse, y la crítica supuso para los dirigentes poco más que el roce de una ortiga contra un tobillo.

La situación presente del cine del gigante asiático es similar a la de su economía. Sus dirigentes actuales saben que relevar a Hollywood es una quimera, en los países occidentales (Europa, Nortemérica) por el antagonismo de sus culturas; en los países eslavos (Rusia y satélites) por desconfianza territorial; en el resto, por pura distancia física. Por tanto se limitan a mantener la presencia justa que lave un poco su imagen y sacie esporádicamente a los espectadores adictos a las cinematografías exóticas. El mensaje subliminal es: el que quiera conocer nuestra cultura -esterilizada políticamente-, que se acerque; el que quiera buscarnos las cosquillas, que se abstenga. El dilema para el espectador es entrar en ese juego, taparse los ojos ante los más que indicios de opresión política, a cambio de alguna buena película.

miércoles, 5 de junio de 2013

El oro de Tijuana

Publicado en Diario de Mallorca el 5/6/13

RESACÓN 3

Nacionalidad: Estados Unidos, 100 min. Director: Todd Philips. Actores: Bradley Cooper, John Goodman, Zach Galifianakis, Ken Jeong, Ed Helms

Resacón en Las Vegas sorprendió, sin superar el escalón de película comercial, por el aceptable juego entre los personajes (el guapo, el serio, el loco y el desaparecido) y por la potencia de sus gags, rozando lo absurdo pero brillantes y bien hilvanados (el tigre en el baño, la boda con la meretriz, el chino en el maletero...). La segunda parte recurrió al manual más convencional de secuelas, enviar a los protagonistas a la otra punta del mundo (Tailandia) y forzar los contraste interétnicos.

Con Resacón 3 sus creadores tenían dos opciones, hacer otro bis de las dos primeras partes, aumentando el desgaste por la pérdida del factor sorpresa, o probar caminos nuevos. Es lo que han hecho, pasando de comedia absurda a comedia de acción. Asumiendo que las carcajadas serán menos estentóreas se ha realzado el papel de los dos personajes más pintorescos. El idiot savant (Galifianakis) es más infantil esta vez; el chino (Keong) más crecido. Se ha añadido otro secundario, con duración limitada y presencia estridente (John Goodman) y arrinconado un tanto a Cooper y Helms. El argumento, como era de prevér, importa tan poco que se resume en una línea: los bienintencionados protagonistas se ven involuntariamente atrapados en el fuego cruzado entre el chino y el mafioso, con el señuelo de unos lingotes de oro escondidos en una mansión de Tijuana. Como seudotema, una vez más, una ramplona loa a la amistad. Resacón 3 es una película entretenida y de rápida digestión. Sólo permanecen unos minutos más en la retina el motín inicial en la prisión tailandesa y la actuación de John Goodman.

Encrucijados

Publicado en Diario de Mallorca el 3/6/13

360 - JUEGO DE DESTINOS

Nacionalidad: Reino Unido, Francia, Austria, 110 min. Director: Fernando Meirelles. Actores: Jude Law, Rachel Weisz, Anthony Hopkins, Lucia Siposova

Con guión de Peter Morgan (La reina, Frost/Nixon) y dirección de Fernando Meirelles (Ciudad de Dios, El jardinero fiel), 360 Juego de destinos sigue la fórmula de La colmena o Vidas cruzadas: historias entrelazadas de adultos con pequeñas o grandes crisis personales. Y conecta con Babel, de González Iñarritu, porque el espacio geográfico se amplía a todo el planeta.

Siendo un planteamiento atractivo a priori, en su plasmación hay muchas situaciones chirriantes, muy forzadas. Dos ejemplos: a) En la trama de la chica brasileña es poco verosímil que no haya vuelos directos Londres-Rio de Janeiro, que la conexión sea via Denver (al este de Estados Unidos, miles de kilómetros fuera de ruta), que encima pille una nevada que retrasa su vuelo, y que en ese vuelo y la noche de impasse conozca a un jubilado que busca a su hija desaparecida y a un delincuente sexual recién rehabilitado. b) Que un ruso afincado en París, de profesión guardaespaldas de un mafioso, no sepa inglés, que su jefe le riña por aprenderlo y que descuide su trabajo ligando en Viena con la virginal hermana de una prostituta eslovaca. Hay más situaciones igual de chocantes, y para justificar la elección de esos personajes se recurre al refrán/mantra de que al encontrarse en una encrucijada no hay que bloquearse. Esta es la moraleja, bastante básica, del filme. La factura, la realización, es impecable; los actores, de primera fila,  sobrios y eficaces; la banda sonora, muy curiosa, con ecos de los filmes de Guy Ritchie. Pero el guión tiene poca chicha, el talento de Morgan o Meirelles no acaba de verse.