domingo, 28 de abril de 2013

En busca de la ironía perdida


Publicado en Diario de Mallorca el 29/4/13

IRON MAN 3

Nacionalidad: EEUU, 130 min. Director: Shane Black. Actores: Robert Downey Jr, Ben Kingsley, Gwyneth Paltrow, Guy Pearce

Tras la pájara de Jon Favreau en la segunda entrega de Iron Man, Marvel ha tenido la deferencia de mantenerle como actor y coproductor y ha buscado sangre fresca en la dirección. Fresca relativamente, Shane Black lleva en la mochila los guiones de las dos primeras entregas de Arma letal y una curiosa comedia policíaca (escrita y dirigida por él), Kiss Kiss Bang Bang. Su elección es una declaración de intenciones de la productora. En una clara acción de marketing de segmentación de audiencia van ahora a por el público adulto, cediendo a los adolesecentes otras franquicias como Spiderman, Thor o X-Men

La mano de Black se aprecia con nitidez. En el guión afila los diálogos mordaces, se atreve a incluir el terrorismo islámico, tinturas de Shakespeare (rencores por desprecios pasados), troca problemas cardiacos por ansiedades impuntuales, monta un amago de triángulo amoroso y  recurre a un par de actores difíciles de imaginar en este género tan comercial, Guy Pearce (L.A. Confidencial) y Ben Kingsley (Ghandi). Pearce supera en malicia al Mickey Rourke de la segunda entrega y se acerca a la de Jeff Bridges en la primera. Kingsley está fabuloso; asusta mucho haciendo de sosias de Bin Laden y asombra en su antagónico registro posterior. Robert Downey Jr. agradece recobrar el toque irónico, sin llegar a cínico, de su personaje. Más sosos se muestran Paltrow, Cheadle y Favreau. Impresionantes la factura técnica (una vez más) y la secuencia final de créditos. Iron Man 3 no pretende renunciar al entretenimiento palomitero, no supera los muros del género, pero ofrece un plus de inteligencia y el poderío de su reparto.

viernes, 26 de abril de 2013

Carretera y mantra


Publicado en Diario de Mallorca el 23/4/13

ON THE ROAD

Nacionalidad: Estados Unidos, 124 min. Director: Walter Salles. Actores: Sam Riley, Garret Hedlund, Kristen Stewart, Kirsten Dunst, Amy Adams

Impactante en su momento para toda una generación, la novela On the road de Jack Kerouack comienza a sufrir los achaques del tiempo. El retrato de la generación beat (precursora de los hippies) sigue siendo luminoso; su estilo literario (prosa poética, coprotagonismo del escritor-narrador, desinhibición en el tratamiento del sexo, la homosexualidad o las drogas), anticipó el gonzo y el nuevo periodismo pero transpira cierto narcisismo; de los personajes mantiene toda su fuerza Dean Moriarty.

En su tardío paso a la gran pantalla, Walter Salles y el guionista puertorriqueño José Rivera han hecho un traslado demasiado literal. La recreación histórica es correcta, la efervescencia de los jóvenes, los garitos de jazz, los viajes en autoestop... Formalmente se han limitado a montar el trípode en el salpicadero y añadir algunas frases brillantes del escritor en off. Sin innovar, sin transgredir con la cámara como hizo Kerouack con su máquina de escribir. En el relato insisten en reflejar cómo la huída hacia adelante del narrador acabó generando una famosa obra literaria. Eso ya se sabe, ¿vale la pena repetirlo? Y a Dean Moriarty no le hacen justicia del todo. Se muestra bien su extraversión, su energía contagiosa, la capacidad para hacerse perdonar su inconsciencia y arbitrariedad; se soslaya la neurosis que le acabó carcomiendo y aislando. En el reparto, más inconsistencias. Destacadas féminas en papeles secundarios (Kirsten Dunst, Amy Adams, Kristen Stewart); en el lado opuesto, salvo Viggo Mortensen haciendo de William Borroughs, los actores jóvenes están muy, muy verdecitos. Como retrato de inquietos jóvenes adultos en los años 50 On the road es entretenida; en su faceta inspiracional, menos.

La carga de la prueba


Publicado en Diario de Mallorca el 22/4/13

LA CAZA

Nacionalidad: Dinamarca, 106 min. Director: Thomas Vinterberg. Actores: Mads Mikkelsen, Susse Wold, Thomas Bo Larsen, Annika Wederkopp

En la soberbia Celebración, Thomas Vinterberg planteó los abusos a menores como una bomba retardada de relojería. En La caza reflota el mismo problema desde una perspectiva diferente y más desasosegante. Inciso jurídico: ante una denuncia, la ley exige a un denunciante que demuestre sus acusaciones, la llamada carga de la prueba. Vinterberg plantea una excepción: cuando el denunciante es un niño pequeño y el delito es abuso sexual. Por la extrema indefensión de los infantes, y por una extendida creencia de que aún no han tenido tiempo para desarrollar la maldad, la sociedad invierte la carga de la prueba y exige al acusado, el adulto, que demuestre su inocencia. Y, en el caso de que lo haga, siempre mantiene una sombra de duda. 

Ese es el cogollo de La caza, ambientada en una pequeña localidad nórdica. Vinterberg logra tensar al máximo el conflicto sin cruzar el límite del verismo. Evita el melodrama o la escabrosidad pero no se corta ante los brotes de violenta irracionalidad de los seres humanos. Hay un momento que parece que la historia derivará hacia la de filmes como La jauría humana, Perros de paja o (es improbable pero no descartable que la haya visto) la homónima de Carlos Saura. Sin embargo lo evita con un airoso final. En la realización evita ataduras Dogma sin perder el tono realista. En el reparto Mads Mikkelsen (destacado hace muy poco en Un asunto real) borda su papel, bien apoyado por el resto del elenco. La caza es un drama no extremo que invita a reflexionar sobre los peligros del exceso de sensibilidad en temas como la pederastia.

miércoles, 17 de abril de 2013

Persiguiendo rayos de luna


Publicado en Diario de Mallorca el 17/4/13

TO THE WONDER

Nacionalidad: Estados Unidos, 112 min. Director: Terrence Malick. Actores: Ben Affleck, Olga Kurylenko, Javier Bardem, Rachel McAdams

Por la querencia de Terrence Malick hacia el lirismo estético y narrativo, y su fijación por temática por las crisis existenciales y de espiritualidad en las clases medias To the wonder se puede entender como una continuación de su anterior filme, El árbol de la vida.

Con un significativo matiz. El arbol..., tras un arranque disperso, cobra mucha fuerza con un impactante drama familiar. En To the wonder, el argumento es mucho más leve: los altibajos de una pareja franco americana (Kurylenko y Affleck) cuando se van a vivir a una pequeña ciudad del centro del país; más la crisis de de fe ante las desigualdades sociales del párroco católico local (Bardem) y una fugaz denuncia medioambiental (la profesión de Affleck). La propuesta, la intención, no es reprochable. Lo que descoloca es el contraste entre ese contenido y el continente, la fotografía, música y tono. Esas crisis existenciales con las que muchos nos podemos identificar se ilustran con una estética de espots publicitarios de moda o perfumería: cámara en mano hiperactiva, algunos contrapicados y bellos planos de la naturaleza. A eso se le suma el casting. Excepto Bardem (solicitadísimo secundario de lujo y excelente una vez más) Affleck, Kurylenko y McAdams son demasiado atractivos para provocar compasión por sus penas. Un reparto con actores menos agraciados físicamente o una fotografía más discreta hubieran hecho más creíble la historia. Pero hubieran obligado a Malick a desarrollarla más, cosa que no aparenta interesarle. El resultado es un espectáculo visual, apabullante hasta rozar lo empalagoso, y una leve reflexión sobre el desnortamiento de ¿muchos? ciudadanos de clase media.

Salvar a la Humanidad


Publicado en Diario de Mallorca el 15/4/13

OBLIVION

Nacionalidad: Estados Unidos, 126 min. Director: Joseph Kosinski. Actores: Tom Cruise, Morgan Freeman, Olga Kurylenko, Andrea Riseborough

Otra de Tom Cruise, esta vez en manos del cineasta Joseph Kosinski (Tron legacy). Oblivion narra, tema que comienza a ser cargante, una distopía futurista con el planeta Tierra en avanzado estado de destrucción. Una civilización intenta salvar los restos del naufragio antes de emigrar al planeta Titan; otros, los misteriosos carroñeros, intentan impedirlo. Cruise es una especie de guarda forestal, un mecánico de los drones que combaten a esos carroñeros.

El arranque citado tiene cierta frescura. Sin embargo más adelante ofrece dos giros argumentales que deslizan la película hacia terreno muy transitado, culminando con la simplista moraleja de que la Tierra es para los humanos y que estos deben resucitar la naturaleza. El diseño de ese post apocalipsis es atractivo y sugerente, aunque pronto se detecta que bebe de un sinfín de referentes (cine o literatura) de ciencia ficción. También chirría el ombliguismo yanqui: continuas referencias al fútbol americano y presencia única (como en El planeta de los simios) de edificios y monumentos emblemáticos de ese país. Al frente del reparto Tom Cruise se muestra contenido, parece que va moderando su hiperactividad y obsesión por demostrar que es un buen actor. Morgan Freeman demuestra que lo es tomándose la película como un cómic; Olga Kurylenko, Andrea Riseborough y Melissa Leo intentan romper los corsés de unos personajes algo más que adornos pero aún bastante estereotipados. A nivel estético, sin llegar a aportar ninguna novedad pura, Oblivion supera a las últimas entregas de Alien o Star Trek; a nivel argumental es demasiado comercial, carece del riesgo y la originalidad de Origen o Looper.

domingo, 14 de abril de 2013

Viaje soñado, trabajo indeseado

Publicado en Diario de Mallorca el 12/4/13


ANIVERSARIO DE EL VERDUGO

Medio siglo después de su creación, El verdugo se mantiene como la obra maestra de Luis García Berlanga y una de las cumbres del cine, no sólo español, del siglo XX. A los mallorquines nos cabe el honor de que parte de la acción ocurre en nuestra isla. Era, recordemos, el inicio del boom turístico (y del baby boom asociado), las vacaciones era un lujo al que la clase media acababa de ser promocionada. Con clases: La Costa Brava para catalanes, la Costa del Sol para los mesetarios que accedían en sus 600 o Renault 8. Mallorca era un escalón superior (Canarias estaba aún muy verde) ya que exigía avión o tren/coche y barco. Por eso, como refleja la película, era el destino favorito para las lunas de miel; un paraíso no demsiado cercano, sofisticado e hispano.

El acierto, la vigencia de la película, radican en la profundísima carga de su argumento. Aplicó con letras capitales el primer capítulo del manual de la buena comedia: dar un giro de ciento ochenta grados a una situación corriente. Berlanga, Rafael Azcona y Ennio Flaiano idearon una bomba de relojería: Un profesional de edad avanzada pasando el relevo a su hijo o a su yerno es lo más corriente del mundo... excepto si esa profesión es tan poco corriente como la del título de la película. El segundo acierto del filme fue romper el estereotipo de matarife: en vez de un encapuchado con musculatura de portero de discoteca, se trataba de un vejete renqueante y entrañable. Encarnado, quien si no, por el carismático Pepe Isbert. El desenlace, cual si no, era demoledor: el nuevo verdugo conducido a rastras hacia el patíbulo para cumplir su trabajo. Si A sangre fría de Truman Capote denunció la pena capital desde la faceta más dramática, El verdugo lo hizo, de forma insuperada, desde el ángulo tragicómico. Por ese enfoque, y por la perfección de su guión e interpretaciones, mantiene su alteza y su vigencia.




Sigues siendo grande, Jay


Publicado en el suplemento Bellver de Diario de Mallorca el 11/4/13

EL GRAN GATSBY

 “Y seguimos batiéndonos, barcos contra la corriente, arrastrados incesantemente hacia el pasado.”

Así termina la narración de Nick Carraway en El gran Gatsby de Francis Scott Fitzgerald. En las próximas semanas se estrenará su última adaptación, a cargo del cineasta Baz Luhrmann, y es momento de reflexionar si, o por qué la obra mantiene su vigencia, además de irrrenunciable fascinación.

La obra de Scott Fitzgerald (hay varias reediciones, -Alfaguara, RBA, DeBolsillo- disponibles) es una de las muchas paradojas de su vida. Comenzó a madurarla en 1922 pero no la finalizó hasta 1925, en la cresta de la ola tras los éxitos de A este lado del paraíso y Hermosos y malditos. Pero, como le ocurrió posteriormente con Suave es la noche (o como le ocurrió a Hermann Melville con Moby Dick, y a tantos otros...) la obra no comenzó a ser apreciada hasta décadas después de su fallecimiento. Ambas obras descolocaron a críticos y lectores. Ambas son traicioneras para el lector no avisado. Arrancan con un mundo feliz y cierran con el mundo real. Gente rica divirtiéndose y amándose, gente rica mostrando el fundamento de su riqueza: egoísmo e insolidaridad en dosis equiparables a sus saldos bancarios.

La lectura más superficial de El gran Gatsby se queda en la parábola del insensato que, por amour fou, amasa una fortuna con medios más que sospechosos y ésta le acaba estallando en las manos. Digamos que es un aviso de navegantes, una moraleja al estilo de las parábolas bíblicas o los cuentos de Grimm.

Sin embargo, muestra mucho más. Tom Buchanan, el hombre que representa a las fortunas asentadas, es la representación de la frialdad y falta de escrúpulos de esa casta; su mujer, Daisy, su mujer, de la inconsciencia (da igual que sea femenina o masculina); Jordan Baker, la amante de Nick, el pragmatismo más insensible; Nick Harraway, el narrador, es la impotencia. Y Jay Gatsby, la utopía, el sueño de que esos viejos ricos pueden, ante astucia y carisma, ceder el paso a recién llegados. Esa es la moraleja del libro, que el mundo es muy injusto. Casi un siglo después poco, casi nada, ha cambiado. 

Siendo una obra profunda y atractiva, no ha tenido suerte en su salto a la gran pantalla. Previas a la de Luhrmann sólo hay tres adaptaciones: una cuasi serie B de 1949, dirigida por Eliott Nugent y protagonizada por Alan Ladd; una tv movie del 2000 protagonizada por Toby Stephens y, entre medias, la versión más conocida, dirigida por Jack Clayton en 1974.

La película de Clayton mantiene un cierto aura por los que le siguen en los títulos de crédito, Francis Coppola como guionista, Robert Redford y Mia Farrow en los momentos álgidos de sus carreras frente a las cámaras. Aura que se ha diluido con el paso del tiempo. La mano de Coppola no se ve por ningún lado; sí se ve, se sufre, la obsesión de Clayton por la ambientación y su desprecio por las corrientes subterráneas de la historia.

Roger Ebert, reputado crítico de cine norteamericano recientemente fallecido, recordaba que se tarda casi lo mismo en leer el libro que en ver la película. Es una sugerencia brillante ante la nueva adaptación. Leer, ver, comparar. Juzgar si Luhrmann muestra un gran o un pequeño Gatsby. Si queda hipnotizado por el mariposeo de los felices 20 o sí logra detonar las demoledoras, y más vigentes que nunca, cargas de profundidad lanzadas por Fitzgerald.

miércoles, 10 de abril de 2013

La vida de la otra


Publicado en Diario de Mallorca el 10/4/13

BARBARA

Nacionalidad: Alemania, 105 min. Director: Christian Petzold. Actores: Nina Hoss, Ronald Herzfeld, Rainer Bock

Una doctora se incorpora a un hospital pediátrico de provincias. El director y médico principal se siente atraído enseguida por ella, a pesar del aviso del policía local de que la mujer acaba de salir de la cárcel. La mujer se muestra extremadamente fría y distante. Poco a poco se va mostrando los fundamentos de ese muro infranqueable. Poco a poco va moderandose y replanteándose sus objetivos vitales.

Este es (intentando preservar los elementos de misterio) el argumento de Barbara. La película, que obtuvo el Oso de Berlin al mejor director, tiene claves muy locales. La principal es que la acción se desarrolla en Alemania del Este poco antes de la reunificación. En La vida de los otros, referente obligado, la opresión de la dictadura es evidente y aplastante. Aquí es más sutil y larvada, demasiado para el espectador no teutón. Al estar en el campo, las pistas del regimen comunista son muy leves: los automóviles Trabant, alguna referencia a la educación y la impunidad del policía local. Las trayectorias de los protagonistas de ambos filmes son opuestas y confluyentes a la vez. Uno defiende y representa el sistema, la otra (Barbara) se mueve por un salvese quien pueda. Él provoca fascinación por su perfidia, ella, durante un buen tramo de la película, un distanciamiento mesurable a su egoísmo. La sutileza de los diálogos, el opresivo misterio y el ritmo cansino acaban lastrando el filme. En el lado positivo, la resolución es coherente y emotiva, acertado el retrato de una dictadura desde el falso bucolismo del campo y la interpretación de los protagonistas, Nina Hoss y Ronald Herzfeld, notable. 

Persona, personaje, icono, ¿leyenda?


Publicado en Diario de Mallorca el 9/4/13

ADIÓS A SARA MONTIEL

La vida y obra de Sara Montiel son un perfecto caso de estudio sobre el éxito en su doble profesión. Vivió como quiso vivir, y no poco mérito tiene, y al mismo tiempo convirtió esa vida, su persona, en un personaje. Extravagancias como la de fumar puros, su verborrea (equiparable a Mae West) o su desatada debilidad/habilidad por armar y desarmar al sexo opuesto, hacen pensar que lo hizo premeditadamente. 

Pero también, y eso está al alcance de muy pocos, espontáneamente. Si no fuera así, si el público hubiera notado la impostura, la habrían bajado del pedestal en un nanosegundo. La resonancia de sus éxitos (mundial los musicales, locales y muy duraderos los de actriz) y su longevidad sobre las tablas y el papel couché acabaron convirtiéndola en un icono. El escalón siguiente, la leyenda (o mito), es una valoración subjetiva. Siendo exigentes es difícil sostener que alcanzara ese último peldaño.

Ser española en la posguerra supuso un freno y una oportunidad, que detectó enseguida. Se trasladó a Mejico avalada por su éxito en España y ahí, en la época dorada de los westerns, inscribió su nombre en películas memorables como Veracruz de Robert Aldrich o Yuma de Samuel Fuller. Echó el lazo al director Anthony Mann sin romper lazos con el cine español. De esa misma época, década, datan sus éxitos El último cuplé o La violetera. Al darse cuenta de que sus éxitos musicales iban a más y los cinematográficos no seguían el mismo ritmo, se decantó por lo primero y supo venderlo, con esa proverbial astucia, como un paradigma de coherencia.

Como actriz es difícil de valorar. En las películas del Oeste, como en casi todo el cine de acción, las mujeres tienen una función consorte. En las mejores (como las citadas de Aldrich o Fuller) son más que un florero y ella estuvo a la altura de los papeles asignados. Sus filmes españoles quedan encasillados, para bien, mal o ni bien ni mal, en el baúl del programa Cine de barrio. Si hubiera trabajado con Bardem, Berlanga, Buñuel o Saura, quizás hubiera cambiado la percepción de sus dotes interpretativas. O no. El no haber trabajado con esos directores, el haberse integrado tanto en la cinematografía oficial del anterior régimen tampoco es motivo de lapidación. Cumplió, sobradamente, con las exigencias de esos papeles. Y añadió su carisma, su vitalidad, la energía que ponía a todo lo que hacía. Por eso sigue, y seguirá siendo, recordada. 



lunes, 8 de abril de 2013

Reclutando pacientes


Publicado en Diario de Mallorca el 8/4/13

EFECTOS SECUNDARIOS

Nacionalidad: Estados Unidos, 106 min. Director: Steven Soderbergh. Actores: Jude Law, Rooney Mara, Catherine Zeta-Jones, Channing Tatum

Un paciente acude a un psiquiatra, éste le receta una medicación, el paciente, por aparentes efectos secundarios, comete un crimen. Dudas/conflictos: ¿El paciente se movió realmente por esos efectos? ¿El terapeuta los conocía y por motivos ocultos no se lo dijo? ¿El paciente era un cobaya del médico? ¿El médico era un cobaya de una  corporación farmacéutica? ¿Conscientes -cada uno de ellos- o inconscientes? 

Ese es el cogollo del guión escrito por Scott Z. Burns (El soplón, El ultimatum de Bourne). Guión trabajadísimo que se mueve en frontera del thriller psico-patológico y la denuncia de poderes fácticos (en este caso una poderosa farmacéutica). Ligado a esto trata también, con mucha finura, la moralidad de los incentivos que se ofrecen en el negocio de la salud. La borrosa frontera entre zalameo con regalos y el soborno incompatible con el juramento hipocrático. Se le va la mano a Burns con la trama de la segunda psiquiatra, exagerada y con chirriantes ecos de David Lynch. Steven Soderbergh, en la dirección, vuelve a sus orígenes. La fotografía, la puesta en escena, recuerdan a su primeriza Sexo, mentiras y cintas de vídeo  pero mucho más elaborada y curtida. La música de Thomas Newman (American Beauty, Skyfall) es lenta y subyugante. En el reparto Jude Law vuelve a estar inmenso. No hay dudas sobre su talento, pero asombra la facilidad con que salta de registros cómicos (Sherlock Holmes) a hipercontenidos (Anna Karenina) o a personajes corrientes contra las cuerdas como en este filme. Rooney Mara (Millenium de David Fincher) le aguanta el tipo. Bastante más planos la Zeta-Jones y Channing Tatum. Buen, casi excelente, thriller.

martes, 2 de abril de 2013

Aprendiz de caballero


Publicado en Diario de Mallorca el 31/3/12

GRANDES ESPERANZAS

Nacionalidad: Reino Unido, 128 min. Director: Mike Newell. Actores: Jeremy Irvine, Elena Bonham-Carter, Ralph Fiennes, Holiday Grainger

Tiene valor Mike Newell (Cuatro bodas y un funeral), en adaptar de nuevo la obra de Dickens teniendo el impecable precedente de David Lean en 1946. El argumento narra la historia de un huérfano de provincias que se enamora de la protegida de una estrafalaria millonaria, recibe un misterioso legado económico, lo dilapida y acaba trabajando en una posición social intermedia. Dickens vuelve a hacer una dura radiografía del estado de su nación, mostrando todas las clases sociales (desde los presos de los pontones hasta los terratenientes más acaudalados) y las estanqueidad de los estratos. Y trata también la ambición e inmadurez de los jóvenes.

Como ocurre reiteradamente, en el traslado a la gran pantalla de un afamado y voluminoso clásico es crucial la labor de los guionistas. David Lean se apoyó en los curtidos Ronald Neame y Anthony Havelock-Adams; Mike Newell recurre al menos inspirado David Nicholls. La ambición de Pip, el protagonista apenas se entrevé, y su amor por Estella es tan ciego y sumiso que limita la identificación con su montaña rusa vital. A ello contribuye la candidez de Jeremy Irvine (War horse), agraciado fisicamente y limitado profesionalmente; idem con Holiday Grainger. Los adultos, como ocurre mucho últimamente, vuelven a dar una lección a los jóvenes. Ralph Fiennes engancha en cada minuto de presencia, Elena Bonham-Carter parece que siempre está dirigida por su marido y aún así conmueve; Jason Fleming y Robbie Coltrane realzan el banquillo. Como Anna Karenina, o como Jane Eyre el año pasado, Grandes esperanzas es otra no memorable pero sí muy correcta adaptación de un clásico, confirmando su vigencia.

A cabeza descubierta


Publicado en Diario de Mallorca el 2/4/13

G.I. JOE LA VENGANZA

Nacionalidad: Estados Unidos, 102 min. Director: John M. Chu. Actores: Dwayne Johnson, Bruce Willis, Adrianne Palicki, Channing Tatum

De un producto inspirado en unos muñequitos infantiles no se podía esperar demasiado, lo sé. El argumento de G.I. Joe, la venganza, va del malo de turno (un balcánico, para variar) que logra mediante nanotecnología transformarse en doble del presidente de Estados Unidos, lo secuestra y se dispone a destruir el mundo con unas barritas de titanio lanzadas desde satélites. Los únicos que pueden evitarlo son los soldaditos protagonistas. 

La pregunta, en esta y similares películas, es si traspasará la frontera del entretenimiento más básico y si transmitirá unos valores morales decentes. La editora de comics Marvel (y DC a rebufo) están creando filmes más que dignos sin renunciar al espectáculo de las grandes producciones. Hasbro, con territorio virgen para modelar sus personajes, ha recurrido al simplismo más pueril. Un boton de muestra: Aparte de la delirante seudociencia, en los interminables tiroteos los protagonistas llevan sofisticados trajes militares y chalecos antibalas... sin casco, para que el espectador sepa quien es quien en cada segundo del metraje. El maniqueísmo y la apología del armamentismo son rampantes; las relaciones humanas se limitan al compañerismo tan ensalzado por las milicias (que no pocas veces se transforma en omertá, en complicidad ante abusos graves), y los creadores no han querido, o podido, armar una simple tramita amorosa. Sólo se salvan la escena de los ninjas alpinos y algunos diálogos puntuales. La dirección abusa de la música machacona y la imagen levemente acelerada en las interminables secuencias de acción. En el reparto Dwayne Johnson se muestra algo más expresivo de lo esperado; Bruce Willis, menos. Película hueca, monocorde publireportaje de los fabricantes de armas estadounidenses.