sábado, 29 de diciembre de 2012

Libertad condicional


Publicado en Diario de Mallorca el 29/12/12

LOS MISERABLES

Nacionalidad: Estados Unidos, 158 min. Director: Tom Hooper. Actores: Hugh Jackman, Rusell Crowe, Anne Hathaway, Eddie Redmayne

Tras el alabado y celebrado éxito de El discurso del rey, Tom Hooper se ha atrevido con otro reto mayúsculo. El clásico de Victor Hugo ya había recibido varias adaptaciones, como la del director sueco Bille August. Hooper sin embargo ha llevado el espectáculo musical a la pantalla, con todas las consecuencias.

En primer lugar, valga la redundancia, es un musical puro. El ochenta por ciento, o más, del texto son temas cantados. La versión española mantiene ese porcentaje de versión original, con puntuales y bien ligados diálogos en castellano. En segundo lugar, Hooper no se ha dejado tentar por el socorrido truco de grabar la banda sonora en estudio y después rodar con pinganillos (auriculares ocultos) para que los actores muevan los labios en consonancia. Los actores cantan frente a la cámara, sin playback. Y bastante bien, por cierto. 
En tercer lugar, la fotografía se ha ajustado a esa circunstancia. Sobre una puesta de escena impecable, con animación por ordenador casi indetectable (impactante la escena inicial del astillero), el cineasta pega la cámara a los rostros de los actores, poniendo a todos los espectadores en primerísima fila y convirtiendo la obra casi en una ópera. Los intérpretes ponen el resto, convicción y ese algo más que les ha dado fama: Hugh Jackman (soberbia su recreación física del presidiario), Anne Hathaway, Rusell Crowe o los jóvenes Redmayne, Seyfried o Barks. Sacha Baron Cohen y Elena Bonham Carter repiten sus tics cómicos en las escenas idem. Los miserables mantiene, en dos horas y media de cine, la fuerza de la novela de Victor Hugo y la emotividad del musical.

martes, 25 de diciembre de 2012

Bienvenido al género humano


Publicado en Diario de Mallorca el 24/12/12

LAS SESIONES

Nacionalidad: Estados Unidos, 98 min. Director: Ben Lewin. Actores: John Hawke, Ellen Hunt, William H. Macy, Moon Bloodgood

Cierran los créditos de Intocable con imágenes reales de Philippe Pozzo di Borgo y su ayudante. Abren los créditos iniciales de Las sesiones con imágenes reales de Mark O'Brien circulando por las calles de San Francisco en una cama (sí, una cama) motorizada. Pozzo di Borgo, Ramón Sampedro y O'Brien comparten, (compartieron, dos de ellos fallecieron), una discapacidad severa. Ergo, tetraplejia, inmovilidad de cuello para abajo. La del yanqui no es debida a un accidente sino a la poliomelitis, que le obliga a pasar veinte horas al día enchufado a un pulmón artificial. 

Aún así, afronta la vida de frente. Con dudas, con bajones, pero esforzándose, como Di Borgo, por no perder el sentido del humor. Si Intocable narra la relación del discapacitado con un extravertido cuidador, Las sesiones desarrolla los intentos del yanqui, cercano a los cuarenta años, por iniciarse en el sexo. Para ello recurre, en paralelo, a dos terapeutas: una semiprostituta (Ellen Hunt) y un cura (William H. Macy). Los dos hacen lo que espera de ellos su cliente, no apidarse sino asociarse; no imponer sino proponer. Esa es la lección de la película. Tan simple, tan obvia, tan fácil de olvidar cuando el ego, o el miedo a la incertidumbre, se crecen. El director, Ben Lewin y los actores, echan el resto con la misma discreción y entusiasmo. John Hawkes deslumbró en dos papeles canallescos (Winter's bone y Marta, Marcy, May, Marlene) y borda ahora al cándido tetrapléjico. Hunt, Macy y Bloomgood se rinden a sus pies. Cuatro  sesiones de dolor, humor, amor y lagrimita final en una instructiva sesión de cine. 

jueves, 20 de diciembre de 2012

Así es el fin del mundo


Publicado en el suplemento Bellver de Diario de Mallorca el 20/12/12

CINE Y APOCALIPSIS

Paradojas de nuestra psique: nos aterra nuestra futura e individual muerte pero nos encanta fantasear con la desaparición de la humanidad. El fin de un ciclo cronológico de una civilización ultramontana se ha interpretado como predicción del fin del planeta. Religiones como el cristianismo, por intuición o interés también han dado mucho juego a esta hipótesis. Y a su vera, cientos, miles de escritores y un número ligeramente inferior de cineastas. Algunos ejemplos a voleo:

Cerrando el diafragma a tope, ajustándonos a la predicción maya, la película  más cercana es Apocalypto, de Mel Gibson. Abriendolo un punto entrarían las películas que tratan de un apocalípsis físico, con la naturaleza, el planeta, revolviéndose contra los insolentes humanos, como El día de mañana de Roland Emmerich. Ampliando aún más, el género de ciencia ficción recurre con puntualidad suiza a los futuros distópicos. El planeta de los simios (mejor la original que el remake), Mad Max (mejor la segunda que la previa y la posterior), Terminator (potente la tercera), Yo soy leyenda, 12 monos, La carretera o Hijos de los hombres son interesantes ejemplos. Una variante de autor, intelectual e intimista es la reciente Melancolía, de Lars von Trier.

Género (sub es innecesariamente despectivo) paralelo son los apocalísis químicos o mutantes, los filmes de zombies y/o virus: La invasión de los ultracuerpos (soberbia la versión inIcial de George A. Romero) 28 días después (Danny Boyle) o Mala sangre (Leos Carax) logran su fin de crear mucho desasosiego.

Ampliando horizontes, se califican como apocalípticas algunas sociedades que se derrumban en un pasado reciente o lejano. Sobre la Edad Media están El séptimo sello de Bergman o La caída de la casa Usher, de Corman. Del siglo XIX (novela de Conrad) y XX (película de Coppola), y con explícito recordatorio en el título, Apocalypse now.

Buscando el lado cómico, magistrales Delicatessen, de Caro y Jeunet, y Teléfono rojo, volamos hacia Moscú, de Kubrick. Incalificable, igual de magistral a mi gusto, la reciente Holy motors de Leos Carax. Y estirando el concepto más que un chicle algún colega incluye Network de Sidney Lumet: Un despechado presentador de televisión poniendo en jaque a su país con su amenaza de suicidio.

Todos los ejemplos citados tienen un denominador común: el miedo y la fascinación adyacente por un brusco fin de la Humanidad. Con 7.000 millones de seres es difícil imaginar que en semanas o meses puedan morir varios miles de millones, caer como moscas como en las pandemias que asolaron a Europa en los siglos XIV a XVI. Aunque la hipótesis atente contra el sentido común, el ego emocional, irracional, sigue escuchando la dulce voz de los agoreros.

Se siguen filmando prandes producciones sobre grandes desastres, pero también hay visiones muy modestas. Yo me quedo con esta: en 1987 el grupo musical R.E.M. publicó el tema It's the end of the world as we know it ('Así es el fin del mundo', en traducción libre). En el videoclip, una casa abandonada en medio el bosque, muebles destrozados, objetos desperdigados, un cachorro canino y un chavalín preadolescente curioseando, bailando, brincando y jugando con un monopatín. Variante muy libre del cierre de Los hombres huecos de Eliot (“Así termina el mundo/ no con una explosión sino con un quejido)

martes, 18 de diciembre de 2012

Cristales rotos


Publicado en Diario de Mallorca el 18/12/12

DE OXIDO Y HUESO

Nacionalidad: Francia, 118 min. Director: Jacques Audiard. Actores: Marion Cotillard, Matthias Schoenaerts, Armand Verdure

Una mujer sin piernas, un hombre sin corazón. Así se puede resumir la última película de Jacques Audiard (Un profeta), fusión libre de varios relatos de Craig Davidson. Más detalles: ella (Marion Cotillard) es una monitora de un parque acuático mutilada por una orca; él (Schoenaerts) un boxeador agobiado por el hijo de seis años que acaba de endilgarle su ex. A primera vista son son caracteres demasiado opuestos para cuajar. No tanto: ella es de un escalón social superior, sólo uno. No tiene estudios superiores, es una empleada cualificada del sector del ocio. Él, aún dando tumbos, tampoco es un 'sin techo'. Más: ella es muy guapa, él muy viril. Su acercamiento es abrupto y bacheado, como la vida misma. Los dos se enfrentan al incierto futuro por caminos antagónicos y confluentes  ella busca un estímulo para superar el trauma de la mutilación, él va tomando conciencia, muy poco a poco, de sus pulsiones violentas.

Comparada con Intocable, se evidencia que ésta es un cuento de hadas. Audiard, con materia prima casi idéntica, arma un drama social más próximo a Robert Guediguian (Marius y Jeannette) con virutas de realismo sucio. Y muestra una vez más su poderío con la cámara. Hay media docena de planos que se quedan marcados en la retina: Cotillard cayendo al agua durante su accidente, Schoenaerts espiando su topless en la playa, el reencuentro de ella con el mamífero marino, el diente de él rodando por el suelo durante una pelea... Aunque el cumulo de incidentes o la química entre personajes chirríen a más de uno, De óxido y hueso, igual que Un profeta, es, vuelve a ser, cine con mayúsculas.

lunes, 17 de diciembre de 2012

Retorno a la Tierra Media


Publicado en Diario de Mallorca el 17/12/12

EL HOBBIT, UN VIAJE INESPERADO

Nacionalidad: Estados Unidos, Nueva Zelanda,170 min. Director: Peter Jackson. Actores: Martin Freeman, Ian Mckellen, Andy Serkis, Kate Blanchett,

Los académicos de la adaptación recomiendan un ratio de un minuto de película por 1'5 paginas de la obra original. El Señor de los Anillos ofrece 2,5, indicativo de que han abreviado algunos pasajes de la extensa novela. En El Hobbit (0,6) ocurre todo lo contrario, convirtiendo 320 páginas en tres películas de casi tres horas cada una. 

Esto viene a cuento para dictaminar si los productores, por codicia han pasado la raya de lo tolerable. Tras ver la primera parte, no puedo dar un veredicto categórico. El efecto chicle es innegable: la cena en la que Bilbo Bolson conoce a Gandalf y los trece enanos dura casi cuarenta minutos; pero es una secuencia muy simpática. En las siguientes dos horas el ritmo se va acelerando gradualmente y las escenas de acción se enlazan limpiamente. La factura técnica es igual de excelsa que la trilogía del anillo, con elaboradísimas recreaciones como el submundo de los trasgos y los siempre fotogénicos paisajes de Nueva Zelanda. Y los actores igualan el listón: Martin Freeman no tiene los ojos saltones de Elijah Wood pero es muy creíble como el burguesito bolson. Ian McKellen vuelve a transmitir comedido liderazgo; Cate Blanchett, adoración; Andy Serkis, fascinación; los enanos, admiración. 

El Hobbit hay que verla en su contexto. Peter Jackson y la Metro Goldwyn Mayer están convirtiendo las obras de Tolkien en una franquicia, equivalente a La guerra de las galaxias o Harry Potter. Como primera precuela de El señor de los Anillos el filme mantiene la fidelidad a la obra de Tolkien y da lo que promete, aventuras, entretenimiento y evasión.

jueves, 13 de diciembre de 2012

El crimen del siglo (XIX)


Publicado en el suplemento Bellver de Diario de Mallorca el 13/12/12

ABRAHAM LINCOLN Y EL CINE

Sangre, sudor y lágrimas, recurriendo al tópico, han costado a Steven Spielberg sacar adelante su biopic sobre uno de los presidentes más carismáticos de la historia de Estados Unidos, Abraham Lincoln. Tres factores apuntan a esa popularidad: 1) Abolió la esclavitud (aunque el racismo, cotidiano, flagrante, puntualmente cruel, aún perdura) 2) Tenía un porte muy altivo y reconocible (muy alto, rostro angulado, barba sin bigote) 3) Murió asesinado.

Retomando la numerologia, tan cara por un servidor ultimamente, los anuarios suman poco más de trescientas apariciones del espigado estadista entre la pequeña y la gran pantalla. Por la teoría de ciclos, o la incertidumbre de Heisenberg, en poco más de un año han coincidido tres producciones con enfoques radicalmente diferente:

La conspiración, dirigida por Robert Redford, apuntó hacia los magnicidas, y más concretamente la mujer que participó en el grupo de conspiradores. Como tema de fondo el filme, sin negar la gravedad del crimen, reabre el espinoso tema del juicio amañado, la animosidad patente de los jueces hacia los acusados, la desverguenza de los investigadores en falsear pruebas o testimonios para cerrar todo resquicio de no culpabilidad, y la condescendencia del populacho con ese paripé. Sin llegar a exteriorizarse, critica que los jueces no estuvieran a la altura del difunto. (Tampoco, un siglo después, fueron capaces de aclarar el asesinato de J. F. Kennedy)

Abraham Lincoln, cazador de vampiros es un original pero hueco spin-off dirigido por el kazajo Timur Bekmambetov. Muestra al presidente en sus años mozos luchando contra el mal sobrenatural. Como entretenimiento, como acercamiento del personaje a la juventud actual, chapó. Como película pasará pronto al olvido.

En Lincoln, Steven Spielberg ha encarado un proyecto a la altura del retratado. Adaptando el libro Team of rivals, de Doris Kearns Goddwin, trata las intrigas políticas en el momento clave del mandato del presidente. Fue cuando se empeñó en sacar adelante la decimotercera enmienda constitucional, la abolición de la esclavitud, justo antes de finalizara la Guerra Civil de su país, para evitar dilaciones o componendas. Enmienda que sacó adelante con gran parte de sus correligionarios en contra. La película, como toda hagiografía que se precie, subraya las virtudes de Lincoln: su selección de un problema y una ley para corregirla, y su obcecación hasta lograrlo. Otra virtud, que no por casualidad repite Barack Obama en la actualidad, es su grandeza en la victoria. En vez de avivar rencores con los que le hicieron la cama desde su bando, les convenció de que se unieran a su proyecto. Sobre la producción reinaba incertidumbre respecto al protagonista. Liam Nesson fue la primera elección del director, pero se descabalgó tras los continuos retrasos del proyecto. Le ha sustituido Daniel Day-Lewis, casi de la misma estatura (1,84, aunque lejos del 2,05 del difunto), un rostro mucho más angulado y un aura de Actor's Studio, gusto por interiorizar a fondo los personajes y exteriorizarlos con un astuto uso de las miradas y recursos corporales. 

Volviendo a la numerología, comparando las clasificaciones de presidentes más valorados (Washington, Roosevelt, Lincoln). El tercero triplica en apariciones mediáticas al segundo y duplica al primero. Lo cual invita a una morbosa reflexión: ¿Recibiría la misma atención si no hubiera muerto por causa no natural?


Dos hombres buenos


Publicado en Diario de Mallorca el 12/12/12

SIN TREGUA

Nacionalidad: Estados Unidos, 104 min. Director: David Ayer. Actores: Jake Gyllenhaal, Michael Peña, Anna Kendrick, Frank Grillo

Dos jóvenes policías (Gyllenhaal y Peña) patrullan las calles de los barrios más humildes de Los Angeles. Este es el argumento de Sin tregua. Dos seminovedades: a) el protagonismo de unos peones en la compleja batalla entre autoridades y bandas criminales, en línea con la mítica serie Blues de Hill Street o, en parte, la más reciente The wire (Peña precisamente actuó en ella). b) con la excusa de que Gyllenhaal se ha apuntado a clases de derecho y obtenido permiso para filmar su trabajo cotidiano, va interactuando todo el rato con una cámara, de video a modo de reality.

Hasta ahí, las intenciones son buenas. Sin embargo los creadores no dan ni un mínimo paso adelante en desarrollo de personajes, ni profundizan en la problemática y las causas del crimen en los barrios depauperados. Tampoco superan una grave limitación del planteamiento, la muy restringida capacidad de decisión de los protagonistas. CSI tuvo la habilidad de otorgar más poder a otros peones (unos técnicos muy sofisticados, eso sí); los de Sin tregua son dos soldados rasos, muy motivados, muy valientes, muy compenetrados, pero cada vez que pisan terreno de órganos superiores, como el FBI, salen escaldados. Y David Ayer tampoco ha tenido el valor de dar todo el protagonismo a la cámara del protagonista, como Actividad paranormal o REC. Y los personajes, aunque buena gente, son planos. A consecuencia de ello la película, con el drama final y el edulcorado epílogo, deja la sensación de ser poco más que un publirreportaje, una reivindicación, una loa de la labor de la policía de Los Angeles.

lunes, 10 de diciembre de 2012

Peterpanes


Publicado en Diario de Mallorca el 10/12/12

UNA PISTOLA EN CADA MANO

Nacionalidad: España, 95 min. Director: Cesc Gay. Actores: Eduard Fernandez, Javier Cámara, Ricardo Darín, Luis Tosar, Leonor Watling

Será por la la que está cayendo o por las modas circunstanciales, estamos en racha de burgueses de mediana edad en crisis profesional o existencial. Una pistola en cada mano muestra los problemas de ocho urbanitas, de forma secuencial con un breve encuentro al final. Son situaciones muy cotidianas, casi de serie televisiva, y con ausencia absoluta de acción. Todo se fia a la elección y modelado de los personajes y el pulido de los diálogos, para bien y para mal. Para mal, comienzo con la copa vacía, porque la modestia de ese planteamiento es a la vez un corsé. La inmovilidad física de los personajes es extrema. Además, al ser una historia coral, sin tiempo para presentar y desarrollar los personajes, el director y el guionista se ven forzados a cuadrar el círculo de ofrecer unos diálogos muy verídicos y al mismo tiempo contar de forma sutil cosas sobre ellos que en una conversación normal sobrarían. Y esos diálogos, de tan pulidos y perfectos, acaban siendo monocordes, con personalidades apenas diferenciadas. De hecho, todos los actores podría interpretar cualquiera de los papeles.La copa medio llena es que los guionistas salen bastante airosos de esa pirueta. Salvo los momentos iniciales de cada secuencia, algo forzados, los diálogos son muy picados, muy agudos, y reflejan situaciones, problemas, muy cotidianos y traumáticos. Reflejo de una crisis generacional innegable: hombres desnortados y mujeres cada vez más asentadas. Y de los actores, todos, hay que decir que su trabajo es soberbio, sacan provecho de los buenos diálogos y añaden ese algo más, su demostrada capacidad para interiorizar y transmitir emociones. 

jueves, 6 de diciembre de 2012

Sin placer


Publicado en Diario de Mallorca el 6/12/12

CASA DE TOLERANCIA

Nacionalidad: Francia, 122 min. Director: Betrando Bonello. Actores: Noemi Lyvovsky, Hafsia Herzi, Celline Sallete, Illiana Zabeth

Con ligero paralelismo con La pequeña de Louis Malle, Casa de tolerancia tiene un ritmo deliberadamente pausado y una languidez igual de premeditada. El argumento es mínimo, la vida en una casa de citas parisina en 1900 narrada desde dentro. Sólo tres hechos elevan la tensión dramática: el daño físico que recibe una chica ('la judía'), la enfermedad venérea de otra y las crecientes dificultades financieras de la regenta del negocio. Los personajes, aún siendo simples, son muy humanos. La madame maneja el club con mano de hierro y guante de seda, trata bien a las pupilas y al mismo tiempo (sin llegar a la semiesclavitud) las tiene atrapadas con deudas. Las chicas, por su parte, se debaten entre la claustrofobia de la casa, el estigma de su profesión, el miedo a envejecer y la incapacidad (pereza por la buena vida que disfrutan) o imposibilidad económica de buscar nuevos horizontes. Los hombres por su parte no quedan ni bien ni mal parados; son millonarios clasistas y bon vivants que sólo buscan asueto, salvo dos casos en los que traspasan la línea del sadismo o la crueldad psicológica. La recreación que hace Betrand Bonello del local y la época es impecable, y como única licencia creativa recurre, como hizo Sofía Coppola en María Antonieta, a unos temas de jazz y soul (el clásico Nights in white satin de Moody Blues) fuera de tiempo pero acertados en intención. Con su engañoso bajo vuelo, Casa de tolerencia encuentra el delicado equilibrio entre recreación nostálgica y reflexión sociológica  sobre el siempre candente tema de la prostitución.

martes, 4 de diciembre de 2012

Felino encerrado


Publicado en Diario de Mallorca el 3/12/12

LA VIDA DE PI

Nacionalidad: Estados Unidos, 127 min. Director: Ang Lee. Actores: Suraj Sharma, Irfan Khan, Adil Hussain, Gerard Depardieu

Varios obstáculos presentaba la adaptación al cine de la obra homónima de Yann Martel. Uno, su longitud (400 páginas, cuando lo ideal se consideran 200 o menos). Dos, las películas de náufragos solitarios, por su limitación de personajes y escenarios, han sido siempre de digestión difícil para los espectadores. Tres, un tema, la espiritualidad didáctica, que era otro campo minado. El único aval eran los premios literarios obtenidos por el libro.

El argumento de La vida de Pi  narra las peripecias de un adolescente indio (Sharma) perdido en el mar junto a varios animales primero y sólo un tigre poco después. En un nivel superior, al principio y al final de la historia, el protagonista, adulto ya (Khan), utiliza el relato de esa experiencia extrema para reflexionar sobre la existencia de un dios, con la etnia, rasgos y nombre que cada uno desee. De las dos tramas, la del pasado es la que tiene más fuerza; tras un colorista y costumbrista prólogo, el naufragio del mercante está soberbiamente realizado. La lucha inicial entre los tres animales y el chico y el posterior mano a mano entre éste y el agresivo felino son muy realistas, creíbles y amenos. El duelo entre el activo instinto depredador del animal y la emergente inteligencia del chico, sin ser novedoso, engancha y emociona. Reforzado con una fotografía ultraluminosa, creada para el 3D pero igual de espectacular en formato clásico y con unas correctas actuaciones. La trama espiritual es más cuestionable porque, aunque intenta ser accesible a todos, no deja de asomar un punto de paternalismo y un disimulado intento de proselitismo. Película entretenida y muy potente visualmente.